La niña “gritaba de dolor”.
Puede parecer extraño pero los niños y jóvenes también tienen actitudes que no van acorde a su edad y menos si se trata de cometer un acto tan hostil contra otro que llega a dejar sin palabras. No entendemos cómo puede ser posible algo así.
Y si le sumas que hay personas completamente perturbadas que ven lo que tienen como una posesión y nadie más tiene el derecho a tenerlo, va escalando el conflicto a algo mayor. Como el horroroso crimen que cometió Emily Bowen contra una compañera de su escuela.
La chica tiene 18 años y había sido dejada por su novio. Ella no lo podía asumir y reventó en ira cuando se enteró que estaba saliendo con Molly Young, una compañeras de la orquesta escolar.
Llevada por los celos, buscó información sobre “ataques con ácido”. Encontró una fórmula que se ajustaba a lo que deseaba. Colocó el ácido en una repisa donde Young guardaba su instrumento y el resto sería historia…eso creía.
El químico contenía un 91% ácido sulfúrico y éste cayó en las piernas de su victima generándole horribles quemaduras que la hicieron gritan de dolor. Sus compañeros corrieron a auxiliarla.
El Sheriff Michael O’Grady comentó en una entrevista que lo ocurrido sólo puede venir de una persona con “maldad pura”.
El juez que vio el caso le dijo a Bowen que “buscaste e investigaste sobre el tema. Debes haber sabido las terribles consecuencias que sufriría la persona mutilada. Dispusiste el ácido deliberadamente para que cayera sobre ella. Y pasará el resto de su vida totalmente marcada física y psicológicamente por tu acción”.
Emily Bowen fue condenada a apenas 21 meses de cárcel.
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